02/06/2023

Han copado el TC, el Congreso, Palacio, formando, junto a la Municiporkylidad, más la Iglesia, una comarca centralista de lo menos ilustrada, pero atinada en romper el saco de la vida. Amanece, en Lima, el Time (Inception – Live in Prague, de Hans Zimmer) calma el silencio, y los aviones sortean los cielos y las preocupaciones solo se esfuman en el batir de este teclado obstinado. Malapalafaiters ¿Han vencido? Después de esa especie de incipiente y desigual guerra civil entre las fuerzas más letales del Ejército, y los manifestantes provistos de warakas que, dolidos por sus muertos rociados ahora en el olvido de los medios de comunicación con tarjeta Visa- PCM, pusieron en jaque al país, a pesar del terruqueo, el racismo cruel, y la discriminación de tratar a madres puneñas en la Plaza San Martín como si fueran animales, citando las palabras del ministro de Anti Educación, un becerro de esos que se chancan para comer, pero que después sales con el hueso gelatina. Y es lo mismo, la pasividad del peruano promedio, el adormecimiento de las fake news; más nos asqueamos de roedores en un supermercado cuando esos mismos, ya con el buffet/iphone/alfombras/pasajesgratisaEuropa en el parlamento llegan a un 91% de desaprobación (según IEP). Amanece, en Perú, ensangrentado, dolido, con herida en la boca de la vida, furioso con el norte en huaicos y en el sur también. Con una Boluarte que nadie quiere y que celebra a puerta cerrada por el miedo de que el pueblo haga justicia (con sus manos). Con unos ministros gritados en Ayacucho frente a la Catedral con el lárguense genocidas, ligados de colas con la Iglesia y su ‘mute’ estridente – con ese arzobispo Piñeiro que aún no hace misa por esos jóvenes que ahora no viven para contarla. Y así estamos, gatopops. Así estamos. Amanece y después de mucho no me echo unas Malas Palabras, y acá estamos, con ustedes, resistentes lectorxs, y volvemos a las trincheras de las palabras, orgullosos de letras incansables. Por los espíritus de esas vidas que se fueron, amados, y ahora olvidados por una fiscal que tiene siete llamadas con uno de los Cuellos Blancos y se hace la ‘tercia’.

Escribe: Luis Torres Montero

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